Tuesday, September 27, 2011

JAZMÍN e ISAAC


JAZMÍN e ISAAC

Corría una fría brisa de otoño esa mañana de abril. Para Jazmín, una niña de 13 años recién cumplidos, este era el último día de clases.

La avenida yacía tendida de hojas color amarillento y marrón. Ella caminaba rápido en dirección al colegio y podía divisar a sus compañeros apurar el paso  al escuchar el sonido de la campana anunciando la hora de entrada.
Apenas logró despedirse de sus compañeras. Su madre le esperaba en el auto. Esta trabajaba como economista en la CEPAL, organismo económico de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe. La niña nunca conoció a su padre. El había intervenido en la guerra del Golfo Pérsico, cuando Irak invadió territorio de Kuwait. Allí cayó en una emboscada tendida por los árabes musulmanes que apoyaban al régimen de Sadam Huseim. Su madre al quedar sola, terminó su carrera en una Universidad de Nueva York. Y con él titulo bajo el brazo logró ingresar a trabajar en la ONU. Compartió su arduo trabajo, el estudio y el cuidado de Jazmín, la que siempre quedaba en manos de una familia árabe generosa.
La muerte de su abuelo Elías en Belén había apresurado su retorno a tierra Palestina. Su cansado corazón y los continuos asedios del ejército israelita. El incansable rugir de los motores de los tanques quebrantaron su frágil salud.
La abuela había muerto años antes a causa de una bomba lanzada por los aviones para amedrentar a los palestinos a abandonar las tierras donde luego se asentaron colonos judíos.
El viernes por la noche tomaron el vuelo que los llevó desde Santiago a Rió de Janeiro y luego Dakar, después a Egipto y desde allí viajaron a Jerusalén.
finalmente llegaron a la ciudad de Belén. En las afueras estaba la casita la que fue su última morada. Algunos familiares le esperaban. Una triste y desolada bienvenida. Mas tarde estuvieron en el cementerio donde depositaron sendas rosas rojas en la tumba de los abuelos.
El lugar tenia como fondo  a viejos olivares y estos, solían ocultar una colonia judía recién instalada. Entre la quietud del ambiente sobrecogedor, se dejaba escuchar el ruido de ir y venir de los vehículos de guerra detrás de las colinas. Unos niños palestinos jugaban en los campos aledaños y su risa infantil contrastaba con el llanto de los deudos en el campo santo.
Pasaron los días rutinarios en el nuevo hogar, como si nada. Jazmín salía a jugar con sus recientes amigas. Ellas asistían al colegio ubicado entre las ruinas de casas destruidas por una guerra injusta, de invasiones cotidianas, el avasallamiento a un pueblo que fue obligado a ser refugiado en los países vecinos. Los con mas suerte huyeron al extranjero.
Isaac tenía 14 años de edad, vivía en Nueva York. Su padre era médico y trabajaba en un consultorio en uno de los barrios del Harlem español. Esa noche recibieron una llamada telefónica cuando estaban a punto de cenar.
Era el abuelo que llamaba desde Israel. Daba una mala noticia, la abuela había fallecido a causa de un infarto.
La madre del niño había muerto en uno de los atentados en Tel-Aviv cuando aun era pequeño. Esto obligó a su padre a emigrar a Estados Unidos de Norteamérica.
Ya en tierra judía, visitaron el cementerio donde yacía la familia enterrada. Colocaron una hermosa corona de flores frescas, oraron y luego fueron al departamento donde vivió sus últimos años la abuela.
El abuelo tenía una granja en tierra Palestina. Allí se instalaron. Isaac solía recorrer los sembradíos acompañando al anciano. Mientras que su padre ya estaba trabajando como médico en la colonia, profesión muy necesaria en la región, a causa de los constantes ataques e incursiones de los palestinos.
Una mañana las tropas israelitas ingresaron a la ciudad palestina de Nazira. Helicópteros revoletearon por el cielo. Los soldados dispararon a los tejados. Tanques arremetieron por las calles destruyendo todo lo que se encontró a su paso.
Los niños del colegio fueron sacados de clase. Y los profesores subidos en unos camiones militares. Los escolares corrieron a casa. En el camino encontraron a  sus familiares, mas estos eran escoltados por patrullas fieramente armadas.
Jazmín sintió mucho miedo y corrió por las estrechas calles en dirección a la casa donde estaba su madre. Ella venia junto a unos vecinos, caminando con un monto de ropa envuelta entre alfombras. Una larga hilera de palestinos era conducida a las afueras del pueblo. Jazmín sintió la mano materna apretarse a la suya, y esto le tranquilizó
Al final del sendero habían construido un campamento de refugiados y allí fueron ingresando. El lugar estaba rodeado de alambres de púas. Y las carpas diseminadas en una larga fila y en cuyo costado formaban calles. Unos macizos pinos se alzaban, y uno que otro eucalipto rompía la monotonía del ambiente.
Isaac asistía a la escuela, ubicada cerca de la granja. A la salida acompañaba a su padre en su cotidiana visita  a los colonos judíos. Exámenes, recomendaciones o  algún medicamento era su receta y el cuidado necesario a los pacientes. Por estas acciones se hacia querer entre su gente.
Llegada la tarde subían al jeep y recorrían el resto de la colonia- Por el sendero vieron a algunos pastores palestinos con sus ovejas de retorno al campamento. Más allá encontraron a una anciana echada en el camino. El vehículo se detuvo y ambos bajaron. La mujer era una palestina herida en la cadera a causa de una bala. Ella se mordía los labios y no dejaba escapar un solo gemido de dolor, era demasiada orgullosa para que el enemigo viera sus lágrimas correr. El doctor examinó la herida, aunque la mujer se resistía, cedió a las suplicas del niño:
-          Buena mujer-dejad que mi padre te ayude... -¿por favor?-
-¡Un judío pidiendo favores! –se dijo para sí- Y dejó que el galeno curara su herida. El la tomo entre sus fornidos brazos y la llevo al jeep, en la parte trasera la recostó. Ambos subieron al vehículo y luego se dirigieron a la posta que administraba el padre de Isaac.
Allí la mujer palestina quedó al cuidado de las enfermeras. Estas eran voluntarias de la Cruz Roja Internacional. Por aquellos lugares estaba prohibido el paso de las ambulancias de la Media Luna Roja- Decían que por lo general la usaban los terroristas de Jamás para cometer atentados.
            Un domingo por la tarde, Isaac se acercó a observar como los niños palestinos jugaban  a la pelota. En uno de los arcos estaba una niña palestina, colorina, de pecas y ojos azules que le llamó mucho la atención. Esta corría y defendía su arco como un niño. Este se sonrió al verla caer a causa de una zancadilla de uno de los contrarios. Ella no se pudo levantar y cuando quería caminar rengueba. Isaac salió de su escondite y corrió a auxiliarla.
Los palestinos rodearon al niño judío. Ella le miró profundamente a los ojos y dejó que él,
le prestase auxilio. El niño sacó de su bolsillo una venda elástica que usaba para cazar pajarillos. Cubrió su tobillo, le alcanzó un palo y le ayudo a levantarse. Ella se quejó y se aferró al hombro de este. Él llama a los niños palestinos y le entrega a la niña. Luego se pierde en la colina rumbo a la granja.
Su padre estaba sentado en la galería, mirando el sembradío, fumando su pipa y con un periódico sobre sus rodillos. Sonrió al ver a su hijo y le preguntó:
-          ¿Cómo ha sido tu día, hoy en el campo?-
-          ¡Muy bien papá!- cazé algunas palomas y  perseguí a un zorro que se escondió en el monte seco-
-          Excelente hijo- ¿no extrañas a la ciudad de  Nueva York?-
-          No papá- aquí estamos mas tiempo juntos, en cambio allá era todo mas complicado-
-          Si-en verdad tienes razón-
-          Papá- -¿porque tenemos siempre que pelear con los Palestinos?-
-          La historia y la actualidad no nos deja ponernos de acuerdo.Vivir en armonía-Predominan la política y los intereses.
-          Entonces la política es mala, papá-
-          No, de ningura manera. La política es una ciencia- Pero a veces los hombres son ambiciosos y eso no conduce a nada....Bueno...ahora es la hora de cenar- Vamos- Ambos ingresan a la casa. La buena señora Judith, venia cada tarde a trabajar. Ella para la ocasión  había  preparado un exquisito pollo al horno el que colocó en la mesa y todos comieron tranquilos.
 Jazmín, yacía sentada ante la entrada de la tienda de campaña, observaba a los niños jugar en el camino. Su pierna había colocado sobre un cojín y su madre le observaba:
-          ¿Quien te auxilió?-hija mía-
-          ¡Sabes!- de pronto apareció un niño judío-El atino a ponerme esta venda- Fue muy amable de su parte-exclamó
-          Seguramente es un niño judío de las colonias vecinas-respondió ella.
-          Parece que no todos los judíos son malos- replicó la niña
-          El pueblo nunca es malo, los dirigentes son los que dividen, siembran odios. Nuestra tierra ya no es nuestra. Ha sido un error de las Naciones Unidas- Pero no te preocupes, algún día volverá a flamear nuestra bandera en toda Palestina. Libre, soberana, no mas avasallamiento, no mas muerte, nos mas atropello. Quiera Dios que tu lo veas y espero que yo también- Sabes, hija mía- Tengo plenamente fe que ahora con tanto odio de los políticos israelitas y sobre todo del ejercito, nos escuchan hoy en día mas las naciones. Hay plena conciencia que no habrá paz en el Medio Oriente, sino se repara este error histórico en contra del pueblo Palestino- explicaba
-          No entiendo de política mama-
-          Si lo sé- pero debes aprender y saber de tu tierra legítima.
-          Se escuchó el llamado a orar y un susurro a Allah recorrió todo el campamento.
 Y es así como cada tarde, venía el niño judío a mirar como los niños palestinos jugaban a la pelota. Ponía mucho interés en Jazmín, parecía un varón corriendo a salvar su arco, el que defendía con uñas y dientes. Ella se sentía cohibida al saberse que Isaac no le perdía detalle.
 Cierta tarde, se encontraron en la noria, donde iban las niñas en busca de agua. El niño le preguntó por su lesión:
-          ¿Cómo va tu tobillo?-
-          -Esta mejor- me has visto jugar a la pelota-no!-
-          Si-eres muy buena....
-          Gracias..... El le ayuda a sacar el cantaro con agua y le acompaña acercándola al campamento-
-          Hasta aquí te dejo!-
-          Eres muy amable, para ser un judio-
 El niño mas animado, no respondió y le besó suavemente en los labios-Ella se quedó anonadada. Vinieron sus amigas y caminaron al campamento con los cantaros con agua.
En los días venideros, fueron escasos encuentros furtivos entre los dos. Charlaron, rieron y nació una amistad como la floración del desierto en tiempo de las escasas lluvias.
Una mañana, el ejército israelita rodeó el campamento, y a través de altavoces pedía que los pobladores entregaran a tres palestinos acusados de atentados a los colonos. Los hombres, mujeres y niños salieron a lanzar piedras y palos a los soldados. Gritaron consignas y entonaron canciones de libertad y la devolución de su tierra.
Los soldados dispararon primeramente al aire. Luego los tanques ametrallaron a la multitud furiosa. Las balas alcanzaron a una docena de niños y entre ellos cayó mortalmente herida Jazmín- Su madre corrió gritando desesperadamente. Se escuchó el sonido de las sirenas de la Media Luna Roja y rápidamente el lugar se llenó de enfermeros, médicos y ambulancias. Los tanques se retiraron y llegaron también algunas ambulancias judías- En un jeep venia Isaac con su padre. Auxilian a los niños y la madre de Jazmín observa como el padre de Isaac trata de socorrer a la niña.
-          Mama... mamita... será que allá junto a Mahoma y Alláh nuestro pueblo tenga la paz tan ansiada- murmura la niña
-          Si... amor mío... allí siempre hay paz... pronto estarás junto a los dioses- responde la acongojada mujer.
La niña toma la mano del padre de Isaac y luego toma la mano de su madre y los une, luego exclama sus últimas palabras:
-          Paz para nuestros pueblos- alcanza a susurrar. Sus ojos se cerraron. Un coro de oraciones llenó el ambiente desolador.
Por las mejillas de Isaac rodaron sinceras lágrimas, tratando de comprender lo incomprensible. Al levantar la vista vio como una blanca paloma levantaba vuelo de entre los cipreses, luego se perdió en el cielo.


Amir Ibn Tawfik
Derechos Reservados
aamiribn@yahoo.com


Lebanese Emigration Research Center   
Cultural Patrimony NDU

Notre Dame University-Zouk Mosbeh        
http://www.ndu.edu.lb/lerc          
Beirut, Lebanon   

 Noviembre, 2002

No comments:

Post a Comment