Sunday, June 26, 2011

KHALIL


¡Quisieras conocer el secreto de la Muerte!
Pero ¿cómo lo encontraréis, a menos que lo que busquéis
En el corazón de la vida?
El búho cuyos ojos sitiados por la noche
Son ciegos para el día,
No puede develar el misterio de la luz.
Si queréis, en verdad, contemplar el espíritu de la vida.
Porque la vida y la muerte son una,
Lo mismo que son uno el río y el mar.

Gibran Khalil Gibran


La gran ciudad, se mostraba iluminada cuál racimo de uva californiana. El telón para el comienzo de la vida nocturna, se levantaba incógnito y cómplice, con esas millares de luces titilantes, cuajadas sobre el frontis de edificios que parecían perderse en el infinito del cielo otoñal poco estrellado.
El joven miraba con su perfil marcado, incapaz al querer ordenar los últimos acontecimientos desatados, le preció una pesadilla del crack de los años 29.
Ayer era un exitoso ejecutivo de una de las principales empresas nacientes de una tecnología que avasallaba, sin contemplación. Instalado en lujosas oficinas, con sofisticados sistemas. Gente linda que se transformaba en una vitrina de prosperidad ante los ansiosos ojos de los sádicos inversionistas y especuladores que rondaban como aves de rapiña sobre los países emergentes.
El exgerente exitoso ayer- Discípulo de los “Chicago boys”. Con una enciclopedia grabada en el subconsciente de una teoría que absorbía y se metía bajo la piel de tantos otros. Mostrado en foros televisivos, revistas especializadas como modelo, frente al futuro de la nueva generación del siglo XXI. Sonrió sarcásticamente. Caminó sobre la mullida alfombra y observó el símbolo de la empresa que hoy se había transformado en un montón de papeles con cifras rojas, junto con otras empresas en todo el mundo.
-Cruel destino-se dijo-Pasó sus dedos entre el cabello buscando una explicación y solo llegó a sus oídos el ruido del tráfico y el murmullo de la gente pasar.
Cerró los grandes ventanales. Lanzó la corbata sobre un sillón. Tomó su saco y salió de la oficina.
Bajó por las escalas como una sonámbulo.
Caminó por la calle esquivando a los transeúntes. Cruzó la avenida siguió un angosto callejón, donde se alineaba una serie de bares y club nocturnos. Pegado a un semáforo un joven de color, sonreía. Más allá un grupo de pandilleros sentados sobre el parachoques de un auto descapotado, escuchaba una radio, que emitía una chillona canción. El pasó metido en sus pensamientos buscando un atajo a su nueva situación de desocupado y despojo de las tantas empresas luminosas que en menos de 24 horas, habían apagado su letrero electrónico.
-¿Quieres de la buena?- le murmura una chica
El la miró, la mujer de color tenía una sonrisa que desnudaba una hilera de dientes de oro.
-Le alcanzo un billete de 10 dólares-
Ella se lo arrebató en un cerrar y abrir de ojos y le colocó en el bolsillo de su camisa una jeringa y una ampolla de color marrón.
El se escondió en la próxima esquina- Una calle sin salida- Cargó la jeringa y se inyectó en la vena de su brazo derecho.
Un calor le recorrió el cuerpo- Luego un escalofrío- Sintió que flotaba- Luego feliz rió como un loco. Y corrió por la calle esquivando los autos. Llegó al parque Central, caminó por un sendero, hasta detenerse al centro de un claro.
Levantó sus manos al cielo y gritó:
-OH-Dios, Dios, Dios mío…why???... Tell me why???
Caminó como un perdido. Sus pasos le llevaron al puente que unía la gran ciudad con la isla de Maniatan. El sonido de las sirenas. Abajo los barcos iluminados surcaban.
Haciendo sonar su silbato típico.
Agarrado al borde de la reja de protección se dijo:
-“Por unas cuentas de vidrio los holandeses compraron la isla a los lugareños”- Que sarcasmo, hoy por unos papeles que ayer valían millones de dólares. Cuántos se habían lanzado al vacío y otros se habían volado los sesos ante la deshonra de sentirse pobre.
¡OH, vanidad!- amargo néctar que bebimos cuando recibimos con honores nuestro título de master y hasta nuestro dinero plástico ahora no lo reconocía el banco automático.
Cerró los ojos, un viento frío le revoleteó el pelo. Escuchó las campanas de una iglesia lejana- El aullido de una sirena repiqueteo sus oídos. Un helicóptero pasa rozando las sombras del macizo puente y sus reflectores salpicaron las aguas del mar.
-Por unas cuantas monedas de oro- Judas- vendió a su maestro- murmuró
-Al golpe del martillo al cierre en Wall Street- murieron millones de ilusiones- y las lágrimas de tantos no compadecieron el frío cadáver del amo del monopolio.
Subió la solapa de su saco, cubriéndose del frío de la noche. Tomó un taxi rumbo al edificio de apartamento donde vivía Judith, su novia, ejecutiva de ascendencia judía que gerentaza una empresa de seguros.
Bajó rápidamente y entró al edificio- Tomó el ascensor- En el piso 36 salió al pasillo- Al final estaba el departamento de la joven. Buscó en su bolsillo la llave que le había dado ella, a la segunda ocasión en que se acostaron. Abrió sigiloso la cerradura. Caminó entre la penumbra- Había luz en su alcoba. La puerta entreabierta y escuchó gemidos. Espió por un costado de la puerta y vio a Judith haciendo el amor con su tío. Un exitoso banquero de Miami, que solía lavar dinero de políticos sudamericanos, traficantes de drogas y armas.
Quedó helado. Volvió sobre sus pasos sin hacer ruido. Dejó la llave en un cenicero ubicado al centro de la pequeña mesa de caoba en la sala de estar. Y abandonó el lugar.
            En la calle, el viento arrastraba hojas secas caídas de los árboles. Papeles rodaban por la calle y la acera. El miró a ambos lados, luego caminó y caminó hasta cansarse. Bajó por una escalera hasta la estación del tren subterráneo. Subió al coche, sonriendo sarcásticamente. Observó a los noctámbulos pasajeros, unos leían, otros dormitaban- Bajó en la estación frente al parque.
Allí estaba nuevamente, sentado en un banco de madera en el Central Park. Mirando las parejas pasar muy acarameladas. Buscó en sus bolsillos y sacó un pitillo de marihuana todo arrugado. Lo encendió y se lo pegó a los labios. Cerró los ojos solemnemente- dejó volar su imaginación y pasaron como una hipnosis un montón de acontecimientos agradables ya pasados. De pronto sintió que una sombra se detenía ante él. Abrió los ojos. Encontrándose ante un señor muy elegantemente vestido. Llevaba un sombrero negro, traje azul de tela fina, una camisa de color crema y una corbata roja. Su mano derecha sostenía un bastón con empuñadora de oro. El muy amablemente, le habló:
-¡Perdón! ¿Puedo sentarme a su lado un momento?
El joven, acomodándose mejor, le respondió:
-Sí, sí- ¡Adelante, por favor!
¡Qué noche más hermosa! ¿No cree usted? Dijo el hombre.
A lo que Kamil, respondió:
 -Parece una noche especial!
Mirándole detenidamente, preguntó:
¡Su acento no es americano!- ¿acaso es extranjero?
El hombre, afirmando su barbilla sobre la empuñadura, agrega:
-¡OH- buena pregunta!- soy árabe-Más específicamente libanés- Y vivo desde hace algunos años en Boston- Estoy por esta noche en Nueva Cork. Sentí ganas de caminar un poco- Y que mejor caminar y absorber la magia del Central Park.
-A que se dedica- pregunta el joven.
Haciendo figuras con la unta del bastón de metal plateado en la tierra, el hombre dice:
-Soy escritor, pintor y también poeta- ¿Y tú a que te dedicas?
Kamil, se levanta y acariciando su barbilla responde:
-Ayer, era un exitoso ejecutivo en uno de esos macizos edificios de la Quinta Avenida- Y hoy, hoy soy un despojo más de la globalización y la recesión… ¡un desocupado!
- El trabajo, murmura el hombre:
“Trabajáis para ir al mismo paso que la tierra
y con el alma de la tierra
Porque al estar ocioso es convertirse en extranjero
Para las estaciones y salir del cortejo de la vida
Que marcha en majestad y orgullosa sumisión
Hacia el infinito.”

(1)

Este había hablado con dulzura y sus palabras sonaron como el canto cristalino de la fuente que corría cerca de ellos.
El joven, camina dando vueltas, agregando:
-¡Me hicieron estudiar. Y que todos éramos libres. La oportunidad para los audaces. Y de pronto somos desechos de la maquinaria de hacer dinero.
¡OH! La libertad-exclama el buen hombre, y dice:

“En el pórtico de la ciudad, junto a vuestro hogar,
Os he visto postraros y adorar vuestra propia libertad,
Lo mismo que los esclavos que se humillan ante el tirano
Y lo glorifican aunque les dé muerte.”
(1)
Su voz subió entre las ramas de los árboles y una brisa suave se dejó sentir:
-¡Que debo hacer ahora!-¿Qué me aconsejas?-pregunta Khalil.
-Muy simple, seguir luchando- Esta selva de concreto mata despiadadamente y aniquila a los seres humanos como hormigas. Tal vez el sistema este malo- Pero ante todo, debes creer en ti mismo. Mírate, allí en la fuente. Tus rostro esta desfigurado y destruido. ¡Eres joven aún!- y no debes desmayar. No sientas dolor por lo que ha pasado. Cree, ora y mira el futuro.
¡OH!- El dolor. Agrega el hombre y exclama:

“Vuestro dolor es la fractura de la cáscara
que encierra vuestro entendimiento.
Lo mismo que un cuesco del fruto debe romperse.
Al fin que su corazón pueda exponerse al sol,
Así vosotros debéis conocer el dolor.
(1)
No hables como un iluminado-ya hay muchos engañando a la gente-. Mira ese edificio que hoy es como una Torre de Babel. Todos hablan, piden, reclaman, critican, amenazan y solo unos pocos los que controlan todo-hasta tu mente-. Hasta parece que no hablan un mismo idioma. -¡Alguien ha enredado sus lenguas para hacerlos escupir blasfemia para hacer la guerra!-
-¡Las lenguas!- sonidos, gemidos, gritos- Hay destrucción, muerte y desolación. Países que se desangran. Y allí todo es papel, una montaña de papel. Resoluciones, enmiendas…y todo sigue igual. La información, las comunicaciones ya no son veraces. Todo esta dirigido, trascrito y sutilmente enviando mensajes equivocados para mas enredados. ¡La verdad ya no es la verdad!- Por sobre todo predominan los intereses, el dinero y el dominio de la información. La tecnología puesto al servicio del control. De cada uno de los habitantes de este mundo que va dando saltos por el siglo XXI. ¡Tú piensas!- ¡Tú decides!- nó…nó…te dirigen y te llenan el subconsciente con consumismo y te alimentan con ¡comida desechable!- exclama-el joven y se deja caer sobre el banco de madera y solloza.
El hombre desconocido, colocando una mano en su hombro, dice:
-No dejes que los lobos roben tu piel de oveja. El invierno será crudo este año. Pero llegará una nueva primavera. Volverán las avecilla s entonar sobre floridos árboles. Todo tiene su tiempo. Tiempo para pensar, trabajar y tiempo para amar. Mira, las estrellas, allí están la Osa Mayor. Ves esa mágica constelación. Es la vida…Perdona, tengo que irme. Mañana es otro día. ¡Y sabes!- será mejor que este día. Cada día debe ser mejor.
Y agrega,
-Entonad una plegaria:
Oraís en vuestra desesperación y en vuestra necesidad;
¿Ojalá pudierais orar también en la plenitud de vuestra alegría
Y en vuestros días de abundancia?
Porque, ¿qué es la plegaria sino la expansión
De vosotros mismos que el éter viviente?
(1)
El buen hombre, le extiende la mano. El joven le mira y pregunta:
-¿Cómo te llamas?-
Acariciándole su rostro, murmura:
-Khalil…me llamo: Gibran Khalil Gibran-
Caminó con su bastón por el sendero, parecía que sus pies apenas tocaban el suelo y se perdió en un recodo del parque.
El joven, respiró profundamente. Se levantó- corrió por el pasto y luego se encaminó al puente Manhatan.
Miró las aguas que destellaban a causa de las luces de los edificios que circulaban la bahía.
Un viento frío le sacude el rostro. Y repite una y otra vez:
-Por unas cuentas de vidrio los holandeses compraron la isla a los aborígenes. En cuanto a mí. Por unas miles de papeletas de Wall Street, mataron mis ansias.
Saltó al vacío y mientras caía una niebla le rodeó haciéndole perder el conocimiento.
            Despertó en un paisaje desconocido- Cómo le había dicho Gibran Khalil Gibran, era un nuevo día, las avecillas gorjeaban un cálido canto, hermoso paisaje florido. Vio venir a su abuela acompañada del abuelo tomados del brazo, sonrían. La misma escena
cuando iban a la iglesia los domingos por la mañana. A su lado su padre, con su típico bastón de madera. Sintió sus lágrimas correr de felicidad al verlos de nuevo. Corrió hasta ellos y los cuatro se fundieron en un profundo abrazo. Mientras alrededor bailaban jóvenes  y hermosas huríes en un jardín encantado…
Las lanchas y barcos hicieron sonar las sirenas. Los tripulantes gritaban:
-¡Hombre al agua…hombre al agua!-
Amanecía, los edificios con sus chimeneas lanzando bocanadas de humo. Lentamente se apagaban las luces multicolores de los letreros luminosos. Y las primeras flores abrieron sus pétalos acariciados por los rayos del sol que lentamente se descolgaba de los árboles.
¿Qué es la vida?
Sino un abrir y cerrar de ojos.
Una semilla que va germinando
Con conocimientos, habilidades y conquistas.
La riegas cada amanecer,
Y la cubres con la palabra al atardecer.
Acurrucas tus pensamientos con el manto de la noche,
Para despertar diáfano con la aurora.
¿Y la muerte?-
Es el comienzo de la verdadera vida…
(2)
Amir Ibn Tawfik 
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Lebanese Emigration Research Center (LERC)   
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(1)     Gibran Khalil Gibran
(2) Amir Ibn Tawfik Seeman

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