Despedida
Así fue como el poeta volvió al desierto. El viento calido y la arena como una nube de temporal, borraba sus pasos. Atrás quedaba el mundo donde la existencia era una eterna lucha, una salvaje selva habitada por los humanos . Habían torturado sus emociones y sentidos. Su cuerpo lleno de llagas y heridas testimonios de que no habían logrado borrar, lo mas importante- ¡el amor!-. El único tesoro que guardaba como una oración al misericordioso y benevolente Allah…¡La libertad de pensar!-
Vino la noche con su estela de jóvenes estrellas- La luna tejió un camino tierno que le llevo al oasis de sus caros sueños. Allí en una laguna que como un espejo reflejaba el espacio infinito de la noche fresca, bebió la soledad y agradeció al escribir en la arena los más bellos pensamientos que hombre alguno logró inspirar.
Cansado, se recostó bajo las palmeras y se cubrió con el manto de la esperanza y soñó con la princesa que le había robado el corazón. Sonrió, oró como un fiel sirviente antes de dormir, y se fue al más allá.
Entonces Allah que esta en todo lugar, todo lo ve y nada se mueve si no es con su consentimiento, envió sus querubines a velar su sueño eterno.
Aun en las aldeas y reinos de los desiertos, cantan los juglares la poesía que aquel soñador escribió. Y los hombres entonan y recitan pues es su canto a la libertad…no habrá invasor alguno que domine e imponga lo que los dioses en su justicia han dado.
-Nació del polvo y polvo volvió a ser-susurró el viento del Mediterráneo, un responso entonaron las gaviotas, las olas formaron coronas de algas coloridas, la espuma acarició la amarillenta arena hasta que el Sol se escondió y allí en el firmamento nació una nueva estrella para alumbrar su bella tierra libanesa.
Amir Ibn Tawfik Seeman
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Diciembre, 2003
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