DEIR EL-KAMAR
Que salían de Beirut al interior.
Orillé el río Damour,
Pernocté bajo las estrellas,
cubrió la noche mi cansado cuerpo
Con los sonidos del silencio, dormí.
Al siguiente día divise BELTEDDIN:
-¡ Qué bellos palacios !- exclamé
Recortados sobre el paisaje.
Apresuré el paso,
En la fuente de la plaza bebí agua fresca
Un ciego se acercó, diciéndome:
-Forastero-¡dadme pan por amor a Dios-
Abrí con prisa mi bolsa de viaje
Dándole un buen trozo de el.
-¡Eres muy generoso !- respondió
Y se perdió entre la muchedumbre.
Seguí mi peregrinaje,
Allá estaba Deir-el-Kamar
Al llegar a un desvío del camino
Estaba el mismo hombre montado en un asno,
Llevada una blanca túnica
Y una corona de espinas
-Que los dioses te bendigan, Amir-¡ exclamó
y comprendí que era: JESÚS.
Amir Ibn Taufik
Ó derechos reservados
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